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lunes, 14 de julio de 2014

Thomas Ruff, píxeles en lo real.

Uno de los fotógrafos más valorados y más cotizados en el mercado artístico es el alemán Thomas Ruff (Alemania, 1958). Trabaja a partir de series fotográficas, que van desde la captación de espacios cotidianos, retratos (carentes de voluntad psicológica, con una luz y posición idéntica para todos los retratados), la arquitectura de Mies Van der Rohe (por el que sentía gran admiración, uniendo exteriores e interiores) a paisajes nocturnos urbanos, pornografía y política, llevado por el interés que le suscitaba la sociedad coetánea. 

Nudes lac 15, T. Ruff, 2000. Galería Davis Zwirner

Comienza su trabajo con la fotografía analógica pero fue uno de los primeros en trabajar con la fotografía digital y los retoques que permite ésta, uff! ¿cómo le explicas a un niño ahora qué era un carrete sin sentirte mayor?. Con esta introducción del retoque digital no se pretende en su obra falsear la realidad sino que es una fotografía modesta, a su vez exigente que busca lo real.


Su trabajo ha sido muy bien acogido por el mercado, participando en Bienales de Venecia (1988 y 1995) y la Documenta IX.


Haus 1,1989, T. Ruff. Galería David Zwiner
Pero, ¿de dónde sale Thomas Ruff? Ruff fue uno de los alumnos más destacados de la llamada Escuela de Bellas Artes de Düsseldorf entre los que destacan Andreas Gursky, Candida Höfer o Axel Hütte que es protagonista estos días en el museo San Telmo de San Sebastián con sus fotografías que reflexionan sobre el paisaje. Los maestros de este grupo de alumnos de fotografía fueron el matrimonio Becher, Bernd y Hilla Becher, pareja que dedicó su trabajo a la fotografía industrial europea, fotografías reunidas en series que, por un lado, constituyen un extraordinario archivo de imágenes sobre la arquitectura y, por otro lado, la transformación de banales construcciones en imágenes artísticas que suscitan la atención del espectador en una tipología arquitectónica en la que no suele reparar.

Bernd y Hila Becher.
Thomas Ruff supo tomar de los Becher el realismo y el interés por la arquitectura mostrándola como un producto social, así como la objetividad de sus maestros. 

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